Entre los 12 y 24 meses el niño cambia su apetito, este disminuye. El niño se vuelve selectivo a la hora de comer determinados alimentos. Por eso tuerce la cabeza cuando no le gusta lo que le ofrecemos.
También se ve afectada la frecuencia con que ingiere los alimentos y la constancia. Se puede dar el caso de que desayune y coma bien y luego rechace la merienda o cena, puede darse también el caso de que hoy quiera un determinado alimento y al día siguiente lo rechace por completo.
Para evitar que el niño se quede sin comer, debemos ofrecerle alimentos de distintos sabores y texturas cada vez que tenga hambre. Pero en ningún caso se deben sustituir estos alimentos por dulces o galletas, pues el niño no dudará en preferir las chucherías a su comida habitual, además hay que tener en cuenta que desde que nace el niño está más acostumbrado a los sabores dulces y por ello se sentirá más inclinado hacia estos alimentos. Es importante no forzar al niño a comer, lo que podemos conseguir con este acto es que el niño tema la hora de la comida, esta debe realizarse en un ambiente tranquilo y relajado y el niño debe sentirse cómodo,esto facilitará enormemente la labor.
Por norma general, a los 15 meses el niño ya puede comer solo y beber en vaso. Si tira la comida al suelo, si utiliza los dedos para comer o si los mete en el plato para dibujar con la comida, lo hace porque le parece divertido.
Los padres debemos:
-Suprimir los biberones.
-Estimular al niño a masticar alimentos sólidos a menudo, retirando progresivamente la papilla.
-Reforzar el empleo de los cubiertos por parte del niño.
-Reforzar que el niño coma por sí solo.
-Favorecer la participación del niño en la comida de la familia.