miércoles, 7 de marzo de 2012

¡¡Tengo hambre, mami!!



La leche materna varía en cantidad y calidad a lo largo de la toma y en función de las necesidades del niño, siendo al principio de la toma rica en agua y azúcares para calmar la sed y abrir el apetito y al final más grasa y contundente.
En definitiva, la leche materna estimula más al niño, pero esta ventaja indudable para él puede parecer a ojos de los adultos (de forma errónea) un indicativo de “falta de regularidad”. Lo que pasa es que la digieren con mucha más facilidad y por eso necesitan tomar más amenudo.
Sea cual sea el tipo de leche, es necesario adaptarse a los ritmos y las necesidades del pequeño. Por lo tanto, también en el caso de la lactancia artificial, no debes esperar las tomas con el reloj en la mano. El niño es el que sabe si tiene hambre o no y no entiende de horarios. Dándole de comer cuando te lo pide estas reforzando su autoestima.