lunes, 13 de febrero de 2012

Mi parto.


Mi niño vino al mundo el 14-12-10 a las tres de la tarde después de 18 horas de trabajo de parto. Para mí no fue una experiencia mística, sino agotadora, pero cuando por fin conseguí sacar a mi pequeño de mi interior, y lo tuve en mis brazos, con el cordón todavía palpitando unido a mí, fue una sensación que no se puede describir, hay que vivirlo.
 Yo quería tener un parto natural, sin epidural ni nada. Por eso me fui a parir al Hospital del Salnés, en Villagarcía de Arosa (Pontevedra). Tenía clarísimo que no quería tener un parto traumático en el que no nos respetaran, ni tampoco un parto medicalizado por rutina. Sabía que la posibilidad de complicaciones estaba ahí, como parte de la vida, pero quería intentarlo con toda mi alma. Necesitaba poder recibir a mi bebé con los brazos abiertos, tenerlo en contacto piel con piel y que se enganchara a la teta, sin que nadie nos molestara, y poder compartir la experiencia con mi pareja, que estuviera con nosotros en todo momento. Pues bien, al final resultó que mi niño no estaba bien colocado en el canal de parto, lo cual alargó mucho el expulsivo y me dejó sin fuerzas, por lo cual, pedí la epidural. Pero me pusieron sólo la justa para reducir un poco el dolor, así que pude ponerme en cuclillas para dar a luz a mi hijo y verlo nacer.
Su padre estuvo en todo momento al pie del cañón, colaborando con las matronas. ¡Sólo le faltó ponerse los guantes!. Sabía que me iba a ayudar mucho tenerlo a mi lado en ese momento, pero nunca imaginé que se implicara tanto. Fue él quien cortó el cordón cuando dejó de latir.
En ningún momento me separaron de mi niño. Su lugar durante las dos horas siguientes a su nacimieto fueron mis brazos. Mi temperatura subió a 38ºC para mantenerlo caliente.Le hicieron el test de Apgar y le pusieron la vacuna de la hepatitis sin moverlo de mi pecho y la matrona me ayudó a ponerlo a mamar. Cuando por fin se enganchó, sentí la mayor felicidad de mi vida, que todo había merecido la pena y un amor tan grande que se extendía a toda la humanidad.
No sé qué me deparará el futuro, pero desde luego mi deseo es tener más hijos, y por supuesto, de forma natural. Quiero  vivir todos mis partos y ser la protagonista, junto con mis hijos y su padre. Para mí merece la pena. De hecho, si en este país las cosas fueran de otra manera, me encantaría poder parir en mi casa, con mi familia.